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Una crisis llamada resistencia bacteriana

¿Se han preguntado qué pasa en el organismo cuando ingerimos antibióticos sin indicación médica o no cumplimos los ciclos recomendados por el especialista? Lo que no parece afectar nuestra salud a corto plazo, se está convirtiendo en un riesgo descomunal a futuro.

Cuando tenemos una infección, el médico suele recetarnos algún tipo de antibiótico que no siempre tomamos como se debe. A veces no se terminan los ciclos de uso o quizás no se ve la necesidad de recibir asesoría médica, y nos automedicamos pensando que no habrá efectos secundarios. Hay quienes vuelven esta práctica costumbre e ignoran las consecuencias que, en su organismo, pueden llevar a un delicado proceso al que se le debe prestar atención: la resistencia bacteriana. Los antibióticos son sustancias químicas que eliminan bacterias. Se producen por síntesis químicas, sin necesidad de la presencia de otro microorganismo (ser vivo diminuto). En su formación, el término de antibiosis(interacción biológica) surge como el contraste del término simbiosis (dos organismos que se unen para poder sobrevivir, cada uno peleando con el otro para ganar espacio; solo uno de ellos sobrevive).

De acuerdo con el profesor José Julián López, químico farmacéutico, magíster en farmacología y director del Centro de Información de Medicamentos de la Universidad Nacional de Colombia,“cuando el microorganismo entra al cuerpo quiere sobrevivir a expensas del organismo. Para ello, tenemos un sistema inmune que intenta detenerlo. A veces lo logra, otras no. Cuando lo logra,nos libramos del malestar y cuando no, adquirimos la infección. A veces lo detiene y jamás puede volver a entrar, esto se llama inmunidad natural (un ejemplo de ello es la varicela)”. Las vacunas, por ejemplo, son uno de los factores que ayudan a este tipo de inmunidad.

Pero, en otros casos, el microorganismo se instala en nuestro sistema y empieza a proliferar; crece e invade nuestros tejidos. El sistema inmune es incapaz de controlar tantos microorganismos
y es ahí cuando se crea la infección. El antibiótico ayuda a eliminarlos y el sistema inmune se encarga de erradicar la infección por completo.

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Pero si el tratamiento no se hace de manera adecuada, “por ejemplo, si yo tengo diez millones de bacterias en un pedazo de tejido e inserto el antibiótico en esa zona por un ciclo de tiempo menor al que me indicó el médico, sólo se van a eliminar nueve millones de bacterias. Esto significa que la infección seguirá conmigo y para la próxima vez que se manifieste, el antibiótico que usé ya no me servirá igual porque las bacterias que quedaron sin eliminar generarán mecanismos de defensa, algunos de permeabilización. Lo que significa que en la próxima vez tendré que usar un antibiótico más fuerte. Esto es la resistencia bacteriana”, asegura el profesor López.

El consumo adecuado de antibióticos depende del manejo que cada persona tenga, de acuerdo con las recomendaciones del médico. “Lo más importante, para el caso de los antibióticos, es que haya certeza de que la infección sea originada por una bacteria. El uso correcto implica, primero, que se haya hecho un buen diagnóstico. Luego de identificar la infección, se debe seleccionar
el antibiótico que sea adecuado y establecer un régimen de dosificación; esto lo debe hacer el médico”, comenta el especialista.

Sin embargo, puede pasar que el paciente dé un uso adecuado del antibiótico y no haya resultados. Según el especialista, toda persona debe saber que una infección que se trate debe tener síntomas de mejoría en el organismo entre 24 y 48 horas después de haber tomado la primera dosis. Si los síntomas no mejoran en ese lapso, se debe buscar al médico.

Pero no todas las bacterias que tenemos en el cuerpo afectan nuestro organismo. Hay algunas que ayudan a la digestión, otras a fortalecer la inmunidad del cuerpo. Por eso, cuando el antibiótico entra al organismo debe atacar a un grupo específico, a aquellas que están causando la infección. La resistencia bacteriana es un factor de riesgo en este aspecto porque, cuando el organismo requiere de antibióticos más fuertes, otros tejidos pueden verse involucrados en sus efectos y en ellos puede haber bacterias positivas.

Por eso, de acuerdo con el experto, “cuando una persona utiliza un producto sin necesitarlo o en cantidades diferentes a las que requiere o incluso por una vía de administración diferente, puede llegar a tener complicaciones”.

La resistencia bacteriana también tiene implicaciones serias para la humanidad. En el agro y en las grandes factorías, esto es un aspecto que debe revisarse en detalle. Puede pasar, por ejemplo, que cuando una vaca tenga una infección se le suministre algún antibiótico y luego se extraiga la leche que se va procesar. Esta cadena de eventos aplica para la cadena alimenticia en general. Las bacterias se pueden transmitir y generar un círculo de eventos que, eventualmente, afectan a los seres humanos.

En Colombia y en el mundo se está trabajando para evitarlo. El INVIMA (Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos), por ejemplo, tiene una serie de políticas que revisan
los procesos de control y seguimiento para las industrias. Poco a poco, debemos adquirir una conciencia de responsabilidad personal y global frente a la resistencia bacteriana y sus implicaciones a futuro para la humanidad.

EN TODOS LOS CASOS

Para el caso de medicamentos de venta libre también es recomendable, en lugar de seguir indicaciones en publicidad de medios de comunicación sobre medicamentos o de personas que los venden en droguerías, acudir al médico.

Según el profesor Jorge Augusto Díaz Rojas, químico farmacéutico y magíster en farmacología de la Universidad Nacional de Colombia, “no siempre las personas compran medicamentos porque los necesiten. La presión mental de sentir dolor hace que se busque una forma inmediata de eliminarlo. Es importante tomar medicamentos estrictamente cuando se necesite y esto lo determina un médico”.